viernes, 11 de septiembre de 2015

Día del Maestro -11 de Septiembre de 2013


DIA DEL MAESTRO


En 1943, a los cincuenta y cinco años del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, la Conferencia Interamericana (integrada por educadores de toda América) se reunió en Paraná y estableció el 11 de Septiembre, día del fallecimiento del ilustre educador argentino, como el “Día del Maestro”.
Hace 118 años, el 11 de Septiembre de 1888,  moría Domingo Faustino Sarmiento en la ciudad de Asunción del Paraguay. Inscripto en su tiempo, Sarmiento fue una figura central en el ideario de aquella época, cuando la República Argentina sentaba las bases del Estado Nacional, en medio de un convulsionado clima que enfrentaba a Buenos Aires con los Caudillos del Interior y a las elites criollas y terratenientes  con las comunidades originarias.
Situado en su contexto, Sarmiento se ubicó en un lugar claro y clave: fue constructor  y defensor de lo que las sociedades capitalistas llamaron “Modernización”.
 “Civilización” o “Barbarie” fue la antinomia que planteo de modo tajante y violento, destacando las desigualdades de dos modos de vida, de dos realidades opuestas al escenario geográfico de la República Argentina: la ciudad y la pampa; el hombre de frac y el gaucho de la campaña.  “Facundo” es el clamor de la cultura moderna contra el crepúsculo feudal.
Civilización y Barbarie diría también mientras veía en la Educación el arma para homogeneizar a la población. Sarmiento, vivía obsesionado por al afán de educar. Tenía la clarividencia del ideal y había elegido sus medios: organizar civilizando, elevar educando.
Fue militar, escritor, periodista y maestro. Como el héroe del romance, su trabajo fue lucha, su descanso pelear. Miró siempre hacia el porvenir, como si el pasado hubiera muerto a su espalda, el ayer no existía para él, frente al mañana.  
La política puso a prueba su firmeza: gran hora fue aquella en que su ideal se convirtió en acción. Presidió la República Argentina entre 1868 y 1874, contra la intención de todos; arriba vivió batallando como abajo, siempre agresor y agredido.
Los espíritus vulgares ceñían a Sarmiento por todas partes, con la fuerza del número, irresponsables ante el porvenir.  Y él, marchaba sin contar enemigos, desbordante y hostil, ebrio de batallar en una atmósfera grávida de tempestades, sembrando a todos los vientos, en todas las horas, en todos los surcos. Su vida fue un perpetuo florecimiento de esperanzas en un matorral de espinas.
Sarmiento parecía agigantarse bajo el filo de las hachas. Vivió solo entre muchos,  expatriado, y proscrito dentro de su país, europeo entre argentinos y argentino en el extranjero, provinciano entre porteños y porteño entre provincianos. 

Alumnos, Docentes y Directivos  de la institución: esta jornada, que inevitablemente trae a los espíritus adultos recuerdos y añoranzas de los lejanos días infantiles y juveniles vividos en la escuela, es propicia para reflexionar acerca de la importante influencia de los maestros en nuestra formación, y de su trascendental aporte a la educación en nuestro país.

Sarmiento reveló y creó: esa fue su misión. Ninguna empresa le pareció indigna de su esfuerzo; en todas llevó como única antorcha: su ideal. Entusiasta por la patria, tenía claro el país que quería y lo defendió con garra, desde el exilio y desde el poder; y como dice su himno “con la espada,  con la pluma y la palabra”. 

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